Por: Luis G. Benavides Ilizaliturri
El Autor presenta en esta obra una reflexión que parte del concepto mismo de política como ejercicio del poder, y lo referente a los procesos de evaluación educativa. No es pretensión de él presentar todos los posibles teje manejes del fenómeno de la evaluación, sino provocar cuestionamientos a las prácticas de ésta.
En el texto se plantea que existe una fuerte relación entre la política (como poder ejercido por el Estado) y lo político, como ejercicio de poder en cualquier ámbito que éste se dé: familia, religión, escuela, universidad, partido político, medios de comunicación, cárcel.
De esta manera, se podría afirmar que toda acción educativa es un hecho político, pues tiende a modificar lo esencialmente educable del ser humano: su sistema relacional. El autor propone, desde un nuevo paradigma científico, la necesidad de que los procesos evaluatorios reconozcan experiencialmente la concomitancia del hecho educativo y su evaluación como ejercicio liberador: enfocado no tanto a la medición de lo ya aprendido, sino a la búsqueda de lo que falta por aprender y de los medios para hacerlo.
Por: Irma Vaca Pacheco
La evaluación ha sido y sigue siendo un tema polémico en educación. Su ejercicio se considera como un acto de poder de quienes están "investidos de autoridad" sin que el nivel en que la ejerzan signifique mucho en los procedimientos y en sus consecuencias.
De la misma manera que ante los críticos cuya "sabia" opinión enjuicia decisiones, hechos, obras de arte, acciones políticas... surge la pregunta ¿quién crítica a los críticos?,
con no poca frecuencia se identifica con la simple aplicación de exámenes y ante "resultados" -casi siempre inapelables- de tal "evaluación", irrumpe desde los más profundo del ser de los "evaluados" la necesidad de preguntarse: ¿Quien evalúa a los evaluadores? ¿Quién examina los exámenes?.
Este libro aborda, con sencillez y profundidad, los fundamentos en los que se sustentan las prácticas evaluatorias en educación. Con ello clarifica el significado, muchas veces oculto, y ofrece elementos para replantearse el ejercicio de la evaluación sustentado en propuestas filosófico-educativas que clarifiquen su sentido y dirección, su para qué, siempre en función de la dignidad humana.